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Para las familias que viven en la pobreza, el trabajo estable en una economía formal es poco frecuente. Esto significa que muchos de los padres de niños apadrinados trabajan a jornal como agricultores, amas de casa o vendedores ambulantes. Los ingresos que obtienen pueden variar de un día a otro, y algunas semanas pueden ser más rentables que otras.
Se trata de una estimación aproximada de los ingresos obtenidos por una familia durante un mes en esta comunidad.
Representa una cantidad mensual y es difícil de calcular debido a la naturaleza inestable del trabajo al que suelen dedicarse las familias de nuestros niños apadrinados. Utilizando tanto datos gubernamentales como la propia investigación de nuestra organización, nuestro personal trabaja estrechamente con las familias para representar de la mejor manera posible los ingresos mensuales medios para ellos. Los factores como las tasas de cambio fluctuantes, las redes familiares extensas y los ingresos irregulares hacen que determinar cantidades precisas sea difícil.
Proporcionamos una estimación media de los ingresos mensuales una familia genérica de su comunidad.
En las zonas rurales, la agricultura, la ganadería y la acuacultura son fuentes de ingresos para nuestras familias. De hecho, más de dos tercios de la población en países con altos niveles de pobreza se dedica a la agricultura. En Latinoamérica, los productos de exportación más comunes son la soya, el cerdo, el maíz, el pollo, el alimento para ganado, el azúcar, el café, las frutas y las verduras.* Para las personas en comunidades costeñas, como en las Filipinas, muchas de ellas se dedican a la pesca, actividad de ingresos variables que depende mucho del clima.
Muchos padres de familia, sobre todo las madres, de los niños apadrinados trabajan en hogares de mayor estrato económico donde se dedican al aseo, la jardinería o el cuidado de niños. Sus horarios generalmente son de 7 de la mañana a 4 de la tarde, pero en algunos países, la ley permite turnos de hasta 12 horas. Los trabajadores domésticos en nuestras comunidades, a menudo sin educación formal, luchan por encontrar empleo que pague salarios mínimos de subsistencia. Esto es pese a sus responsabilidades siendo vitales para la función de un hogar de una familia pudiente.
A través de contratos temporales, algunos padres hacen trabajo de albañilería o carpintería. Los ingresos que ganan varían, y estos contratos no están oficialmente registrados ni asegurados, lo que puede resultar en consecuencias graves cuando existe un alto grado de riesgo. A veces hay talleres gratuitos sobre cómo trabajar con estos tipos de materiales (madera, tapizado, pintura, ladrillo), pero los albañiles suelen ser autodidactos y trabajo es intensivo, con jornadas largas y baja remuneración.
En situaciones de extrema desesperación, cuando no hay absolutamente ninguna oportunidad de trabajo, algunos padres de familia (y sus hijos) en nuestras comunidades venden artesanías o comida en la calle. Las golosinas y las bebidas son productos de venta comunes, junto con joyería, ropa y mascarillas. También, algunas personas invierten dinero prestado para revender artículos, o incluso intentan vender sus bienes, como radios o utensilios de cocina.