Refugios sólidos

Divine Mercy, de 10 años de edad, recuerda el terrible día en que tuvo que huir de un volcán. “Me sentí aterrorizada y triste de tener que abandonar nuestro hogar. Me preguntaba qué pasaría con nuestra casa, nuestros animales y mis amigos y compañeros del vecindario”, dice ella.

En septiembre de 2014, Tabaco y Legazpi, en las Filipinas, fueron sacudidas por terremotos, masas nebulosas y mortales de dióxido de azufre, y brotes de lava. Estos tres eventos indicaron que una erupción del monte Mayon era inminente. Los gobiernos municipales de las ciudades afectadas por la actividad volcánica ordenaron personal militar a que movilizaran rápidamente a las familias —muchas de ellas apoyadas por Children International— y evacuaran la zona de peligro.

La apadrinada Divine Mercy, su madre Milagros y el resto de su familia fueron evacuados cuando el monte Mayon mostraba indicios de hacer erupción a finales del 2014.

“No tuvimos más remedio que seguirlos porque era mandato del gobierno”, explica Mercy, madre de otro niño apadrinado que fue evacuado. “Tuvimos que empacar nuestra ropa y trasladarnos a un centro de evacuación temporal. Fue una situación difícil tener que huir de nuestro hogar […] para mantenernos a salvo”.

El peligroso encanto de Mayon

El monte Mayon, cuya forma cónica es acariciada por tenues nubes, domina el horizonte en la provincia de Albay. Según las tradiciones folclóricas, el volcán fue nombrado en honor a la legendaria heroína Daragang Magayon, cuyo nombre significa “Hermosa Doncella”. Durante un ataque, la mujer fue atravesada por una flecha cuando intentaba salvar al amor de su vida; murieron abrazados. Dicen que su tumba ascendió al cielo y se convirtió en el volcán.

Al igual que la leyenda de la Hermosa Doncella, la vida cerca del volcán es una mezcla de belleza, peligro y muerte. Conociendo ya el riesgo, las familias reaccionaron velozmente al proceso de evacuación. Muchos adultos indudablemente se acordaron de la erupción de 2009-2010 que forzó la evacuación de 50 mil personas tras una serie récord de temblores y explosiones de ceniza. Para los niños, el abandonar sus hogares fue una situación confusa y aterradora.

La vida de un refugiado

Mercy y su hija Girlie se vieron obligadas a huir de su hogar en Legazpi, Filipinas. Vivieron en un centro de evacuación durante casi dos meses.

Dejando todo atrás, menos algunas prendas y artículos personales, las familias se refugiaron en los centros de evacuación establecidos por el gobierno. Las condiciones eran difíciles. Numerosas familias compartieron espacio limitado en refugios donde las luces se mantenían encendidas durante la noche. Los niños extrañaban la familiaridad de sus hogares y el riesgo de sufrir una devastación les preocupaba.

Instalaciones limitadas resultaba en largas filas al baño. Era difícil preparar comida casera; por eso muchos niños no lograban comer lo suficiente o consumían comida chatarra. Había temores tácitos en el aire, ya fuera por la posibilidad de agresión física, de acoso sexual o de abuso.

Un refugio seguro para los niños…

Los niños intentaron encontrar comodidad y estabilidad en el centro y la evacuación les había dejado sintiéndose ansiosos y asustados. La respuesta de Children International fue crear espacios acogedores para los niños (CFS) en los centros de evacuación.

Estos espacios acogedores para los niños, empleados por organizaciones de bienestar infantil como Unicef, ofrecen un método rápido y eficiente de crear sistemas de respaldo para los niños durante eventos traumatizantes en sus vidas. A pesar de ser diseñados para uso temporal —Children International generalmente usa carpas— estos espacios ofrecen protección contra los abusos que ocurren con frecuencia en los albergues de emergencia. Aún más importante es el hecho de que las actividades que se ofrecen en estos espacios producen cierto grado de normalidad para los niños durante momentos estresantes.

Las actividades en los espacios acogedores para los niños ayudan a que los niños se mantengan ocupados mientras se recuperan del trauma de un desastre. 

Jóvenes voluntarios, madres voluntarias y oficiales de campo se encargaron de planificar y ofrecer las actividades. Leyeron cuentos a los niños. Adicionalmente, los voluntarios dieron presentaciones sobre el aseo personal y la importancia de la buena salud y nutrición. También entretuvieron a los niños con juegos en grupo y otras actividades.

"Las actividades como éstas mitigan el choque producido por calamidades como la erupción de Mayon. Permiten que los niños jueguen y puedan recuperarse emocionalmente”, dice Gemma Goliat, directora de la agencia de Children International en Tabaco y Legazpi.

… y oportunidades para sanarse

La joven apadrinada Analyn fue una de los muchos jóvenes que apoyaron como voluntarios con los niños durante la evacuación en 2014.

Analyn, una joven voluntaria de salud de 18 años de edad en la agencia de Children International en Tabaco quien trabajó con actividades organizadas durante la erupción del monte Mayon, explica por qué los niños necesitan desesperadamente esta especie de programas durante emergencias: “Los niños pasaban por momentos difíciles en los centros de evacuación”, recuerda ella. “Estaban lejos de sus hogares, y la vida era dura. Esta actividad era importante e impactante ya que pudo darles a los niños la garantía de que todo saldrá bien, y eso les hizo olvidarse de sus preocupaciones—aunque fuera por un breve momento nomás—”.

Analyn añade: “Al comparar el humor de los niños antes y después, diría que los espacios acogedores para los niños fueron una gran ayuda. Las actividades ayudaron a darles un poco de cordura”.

Los espacios acogedores para los niños están diseñados para ayudar a los niños en momentos de mayor vulnerabilidad. Como parte de su estrategia de preparación y respuesta a desastres, Children International ha implementado esta intervención varias veces en las Filipinas: en 2013 después del tifón Haiyan, durante la evacuación cerca de Mayon en 2014 y en enero de 2015 cuando Quezon City fue arrasado por una serie de incendios que dejaron sin techo a miles de personas. Apoyados por nuestro personal, jóvenes y adultos voluntarios, los espacios acogedores para los niños son una herramienta que refuerza la recuperación psicológica de los niños en situaciones estresantes.

Un poco de felicidad durante los desastres

Para Milagros, madre de Divine Mercy quien normalmente apoya como voluntaria a la agencia de Children International en Tabaco, el realizar una actividad CFS con otros refugiados como ella también fue algo especial. Después de que su familia se mudó como consecuencia de Mayon, ella interactuaba con niños durante la sesión de cuentos y con otros adultos durante las actividades de protección infantil.

"Ese aspecto es lo que más recordaré. Tuve el privilegio y la grata oportunidad de ser voluntaria y ayudar a llevarle alegría y educación a los niños y adultos refugiados. Sé lo que siente estar ahí. No es fácil”, dice ella.

Aunque la vida en el centro de evacuación era difícil, el apoyo que Divine Mercy recibió del espacio acogedor para niños le ayudó a tener una experiencia alegre y memorable.

Después de las actividades de CFS, Milagros notó un cambio positivo en su hija. Ella dijo que Divine Mercy parecía estar más contenta; ya no era la niña triste y preocupada que llegó al centro de evacuación. Incluso formó nuevas amistades.

Con respecto a Divine Mercy, hubo otras razones por las que la actividad de CFS fue memorable. “Nos dieron comida gratis. Hice amigos. Jugué, bailé y me reí a la mascota”, dice ella. “Por poco se nos olvidaba que estábamos en un centro de evacuación”.

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