- Impacto en equipo
Una maestra de español lleva sus alumnos a Honduras para visitar a los dos niños que ella apadrina y vuelve a descubrir lo que tanto le atrae de América Latina.
Mary siempre ha sentido un parentesco con los latinoamericanos. Ella dice ser "estadounidense por nacimiento, latinoamericana de corazón" y ha mantenido viva esa pasión al visitar países en Centro y Sur América —y al elegir como profesión ser maestra de español de secundaria—. Desde 2003, ella ha preservado un vínculo viviente con Latinoamérica a través del apadrinamiento.
En 2003, Mary apadrinó un niño en Honduras llamado Edgar. Cuando él salió del programa seis años después, ella apadrinó a un niño de 5 años de edad llamado Walter. Ahora, dos años más tarde, Mary viajó a Honduras para conocer a Walter —y con un poco de suerte, también a Edgar—. Pero ella no viajó sola. A Mary le acompañaban siete de sus alumnos más destacados para poder compartir esa experiencia con ella.
Poco después de llegar a San Pedro Sula, Mary y sus estudiantes se montaron en un busito con destino al centro comunitario de Children International en Las Minas. Ahí les esperaban Walter y su madre —y Edgar, quien había viajado a la ciudad con su tía para poder conocer a Mary—.
Tras bajarse del vehículo, la madre de Walter saludó a todos con un abrazo, agradeciéndoles por haber venido. Walter ya había pensado en lo que le diría a Mary cuando se encontrara enfrente de ella, pero en ese momento se le trabó la lengua y tuvo que conformarse con un caluroso abrazo. Cuando Edgar finalmente logró conocer a Mary cara a cara, había lágrimas en el grupo.
La primera parada en la agenda era la escuela de Walter, donde se llevaba a cabo una celebración del Día del Estudiante. Los estadounidenses fueron los invitados de honor.
Llevaron el grupo al patio de recreo, donde había sillas para los invitados. Después de un cordial saludo de parte del director, el grupo disfrutó de una presentación donde los estudiantes leyeron poesía, cantaron y realizaron bailes típicos. Al finalizar la presentación, Mary anunció que sus propios estudiantes querían retribuir la gentileza de sus anfitriones con una presentación.
Luego, el grupo dio un recorrido a la escuela, creando emoción por donde pasaban. Durante su recorrido, ellos regalaban los útiles que habían traído, posaban con niños para fotos y contestaban muchas preguntas. Esto, dijo el grupo más tarde, fue lo que más les gustó del día.
Después de la escuela, el grupo fue a comer pizza a un restaurante. Edgar se sentó con los jóvenes estadounidenses, y mientras comían él les explicó lo importante que el apadrinamiento había sido en su vida. Mary aprovechó para dedicarle tiempo a Walter. Después de almorzar, el grupo fue a un centro comercial para que Mary pudiera comprar regalos para Edgar y Walter.
Después del centro comercial, era hora de despedirse. Edgar se emocionó al abrazar a Mary por última vez. Él dijo que no había palabras para expresar la gratitud que sentía por esta mujer quien le había ayudado a superar la pobreza cuando era niño. Edgar y su tía partieron, y el minibús se dirigió a la casa de Walter. Ahí hubo otra ronda de abrazos y tiernos adioses, y Walter quedó enfrente de su casa, despidiéndose de los estadounidenses mientras su vehículo bajaba el cerro.
Habiendo visto la relación entre Mary y Walter, los otros dos chaperones anunciaron que ellos se convertirían en padrinos. Los alumnos de Mary también planearon hacer un apadrinamiento en grupo de un niño en Honduras, para que así algún día pudieran regresar con Mary para conocer a su propio niño apadrinado.
Tristemente, concluida la visita, Mary tuvo que regresar a EEUU en vez de acompañar a sus alumnos a las ruines de Copán y las playas de Tela, según lo planificado. Dos semanas antes de hacer este viaje, su hijo se había enfermado. Él seguía hospitalizado y Mary estaba ansiosa por estar a su lado.
Al personal se le hizo increíble que Mary viajó a Honduras sólo para evitar desilusionar a los dos muchachos. "Ella vino a cumplir su compromiso con Walter y Edgar, luego volvió a su país", dijo Sayda Paz, Coordinadora de Relaciones de Apadrinamiento. "Pienso que la situación añadió más emoción a su visita".
Mary tenía unas cuantas palabras finales para el personal de CI cuando la dejaban en el hotel: "Me siento muy feliz porque quería conocer a Walter —pero también quería conocer a Edgar —. Muchas gracias por encontrármelo. Me alegra ver lo impresionados que quedaron mis alumnos con esta visita. Ellos se llevarán lindos recuerdos de Honduras".