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El padrino y donante Kent Mader es un apasionado del aire libre. Él aprovecha el maravilloso clima del sur de California para correr, nadar e ir a la playa. Sin embargo, la exploración de lugares remotos es lo que a él de veras le apasiona. Él viaja al extranjero para hacer esquí de travesía, una combinación de alpinismo y el esquí. Fue mediante sus viajes —por asuntos de negocio y para vacaciones— que Kent descubrió maneras de estar en mayor sintonía con las culturas locales.
He sido padrino durante unos 10 años, pero no me acuerdo cómo precisamente conocí sobre Children International. Quería darle mayor importancia a mis viajes de negocios y vacaciones. Cuando uno visita esos países —Argentina, Chile, India, las Filipinas— se da cuenta de lo afortunados que somos en Estados Unidos. Uno puede crear oportunidades para esos niños. Se puede formar un vínculo con ellos. Es posible entender a fondo un país y su cultura adoptando el punto de vista de un niño. El conocer acerca de un país se trata de más de lo que uno ve en las noticias. Se adquiere un grado de familiaridad y comprensión que no se consigue por medio de las noticias.
A través de los años, me comprometí a seguir apadrinando cada vez más niños. Trato de apadrinar uno nuevo cada año. Es una manera fenomenal de darle a un niño una experiencia única. Trato de escribirles cartas y contarles acerca de dónde vivo. Es una oportunidad para un niño en un ambiente difícil experimentarlo a través de las palabras de otra persona. El darles inspiración —que la familia es importante, que la escuela es importante—. Ellos oyen esto de alguien que no es un maestro o padre de familia. Les da una persona más a quien pueden admirar.
He conocido en persona a algunos de mis apadrinados solo unas cuantas veces. En las Filipinas —uno de ellos ya se graduó del Programa y está estudiando en la universidad, [cuyos estudios le estoy pagando]—. El financiar los gastos universitarios de alguien es una cosa pequeña. Pero el darle a un niño sin educación la oportunidad de educarse es algo grandísimo.
Ya he conocido en persona a tres de mis apadrinados. Cuando se tiene la oportunidad de conocer a su apadrinado y la familia de él, uno ve las condiciones en las que viven; uno aprende más de lo que leería en una carta. El ver dentro de sus hogares es una experiencia extraordinaria. Uno ve lo fuertes que son. Siguen sonriendo a pesar de los obstáculos que deben superar. Uno conoce a los padres y se da cuenta de que son seres humanos, y que así es sin importar dónde vivan. El poder visitar sus hogares es una experiencia bastante especial.
Me deja sorprendido el enorme esfuerzo que se necesita para coordinar estos centros comunitarios —de parte de las agencias internacionales y del personal en Kansas City. Para hacer que todo funcione bien —es excepcional lo que esta organización hace con respecto a formar conexiones—. Para poder crear una relación que pueda tener un impacto duradero en la vida de un niño y su familia.
Uno está cambiando vidas. Los donativos son solamente un pequeño aspecto. Todo el tiempo que la gente invierte en los centros comunitarios ofreciendo su servicio representa una gigantesca tarea. Yo sólo soy una parte. Es mucho más grande que yo.
Esta es una excelente organización. Uno se siente egoístamente bien de sí mismo de hacer estas cosas.
Hay que sentirse satisfecho con uno mismo cuando ayuda a alguien que se encuentra en una situación opuesta a la de uno. Se necesita menos de cinco cafés de Starbucks para ayudar a una familia entera en otro país.
Ahora he estado financiando algunos centros comunitarios. Haré mucho más que simplemente apadrinar otro niño. Ahora quiero aportar a la edificación de los centros. Se construyó el de Tierra Nueva, Guatemala. Y hay otro nuevo centro, en Villa Canales, Guatemala. Al ver algo así, tendrá un impacto duradero en las familias.
Creo que cuando visité los centros para ver los programas en acción —especialmente en Guatemala— vi que mi apadrinamiento de un niño no solo ayuda al niño, sino también a su familia entera. Ellos reciben de Children International servicios que benefician a más que el niño. Familiares se convierten en voluntarios, y se vuelve un efecto dominó. Los programas realmente pueden tener un impacto positivo en una familia. Uno se siente como en casa. Un ve una organización edificada en base a la familia, no solo del niño. Todo comienza con el apadrinamiento de una persona. Uno está creando una unidad cohesionada.
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