Un consejo del corazón: difundamos el amor

El doctor Jonathan Jefferson (quien prefiere que le llamen “Jon”) recientemente hizo su tercera visita de padrino, esta vez para conocer a Abner, de 17 años, de Guatemala. Antes del viaje, Jon sabía que estaba ayudando a Abner a hacer cambios positivos en su vida por medio del apadrinamiento. Sin embargo, no sabía que las cartas que escribía a Abner también tenían una influencia tan significante en el joven. Su historia demuestra el poder que tiene un padrino para transformar la vida de un niño.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Mari, la mamá de Abner, al contar esta historia. Fue el momento en que ella descubrió el impacto positivo que mis palabras tenían en su hijo. Unos meses antes, dijo Mari, Abner le había preguntado si debería escribirme sobre su lucha por manejar la ira. Mari le animó. En aquel entonces, yo estaba meditando por 20 minutos una o dos veces cada día. En la carta que le escribí a Abner en respuesta a la suya sobre su ira, le sugerí que encontrara un lugar tranquilo donde podría despejar la mente. Este método de calmarse podría ayudarle a evitar dañar las relaciones con sus seres queridos.

El personal de Children International y yo estábamos sentados alrededor de la mesa de su casa cuando Mari nos contó que solamente supo del consejo que le di a su hijo el día que él se desapareció durante horas. Ella encontró a Abner en una casa abandonada en su vecindario. Cuando le preguntó a Abner si estaba bien, le dijo tranquilamente que no había problema. Abner le explicó que estaba intentando aplicar el consejo que yo le había dado.

¿Logré mantener la compostura tras escuchar su historia? A duras penas pude hacerlo.

Tales momentos me confirman que un poco de amor rinde mucho. Pocas veces los padrinos experimentan, presencian o escuchan sobre los frutos de su propio esfuerzo. Sin embargo, las semillas que siembran están cultivando la esperanza de maneras que no se pueden imaginar.

Mi niñez fue rica en experiencias diversas. Nací y crecí en la Ciudad de Nueva York, pasando los veranos en una granja en el norte del estado de Nueva York. Crecí en una comunidad afroamericana, pero asistí a una escuela a diez millas de mi casa ubicada en un vecindario principalmente judío. Competí en concursos de edades mixtas de béisbol, basquetbol, futbol americano, y una variedad de juegos en la ciudad. En el campo trepé árboles, atrapé ranas y serpientes, y guardé insectos en botellas. Todo eso lo hice siendo el séptimo hijo de ocho de padres trabajadores quienes nos dieron una abundancia de amor y apoyo.

A diferencia de mis padres, no tengo muchos hijos. De alguna manera, cada niño en necesitado se ha convertido en mi hijo. Puede ser por eso que me convertí en papá adoptivo/sustituto,  en voluntario para The Fresh Air Fund (el cual envía a los niños de la ciudad al campo para disfrutar del aire libre), y ahora como padrino de Children International.

Mi carrera en la educación como maestro y entrenador me dio el tiempo para introducir a los niños a la naturaleza y a los viajes. El convertirme en administrador escolar me ha dado la oportunidad de visitar a los niños que apadrino. El visitar a un niño apadrinado transforma una relación virtual a una relación profundamente personal.

Y los beneficios intangibles que los niños reciben por medio del enfoque holístico de acabar con la pobreza son críticos. El programa de Desarrollo Socio-Deportivo de CI es un buen ejemplo, entre muchos. La recreación deportiva es una necesidad integral para el desarrollo sano de la mente, el cuerpo y el espíritu de los niños. Por medio ésta, los niños aprenden a regular sus emociones, seguir las reglas, controlarse, solucionar problemas y tomar decisiones. Mediante actividades deportivas de edades mixtas, los niños mayores aprecian la creatividad de los menores, mientras los niños pequeños aprenden estrategia de los mayores. Muchas veces, los niños de escasos recursos tienen que afrontar dolor físico y psicológico, y el juego les permite experimentar la alegría también.

Los deportes de equipo organizados también benefician a los niños al unirlos con adultos responsables como entrenadores. Fue mi entrenador de atletismo de mi colegio quien, sin saber, me detuvo de abandonar la escuela cuando me pidió que formara parte de su equipo. Los jóvenes en todo el mundo muchas veces no escuchan los consejos de sus padres o guardianes. Sin embargo, cuando se trata de sus entrenadores, sí escuchan. Los padrinos y el personal de CI sirven como entrenadores de la vida para sus niños y jóvenes.

Mi consejo para Abner: toma buenas decisiones, sabe que hay alguien en el mundo que te tiene mucho cariño, y difunde el amor a los demás a lo largo de tu vida.

“Recibo mucho más de visitar a mis niños apadrinados que de lo que jamás podría contribuir”, dice Jon.

He sido padrino de Children International durante 14 años. Los momentos más preciosos de mi vida ocurrieron cuando visité a mis niños apadrinados. Los niños y sus familias reciben apoyo material, emocional, académico y social del apadrinamiento. Sin embargo, lo que un padrino recibe es inmensurable.

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